La idea inicial era hacer la sesión de fotos durante un paseo después de la ceremonia, pero los novios decidieron quedarse con sus invitados, compartiendo con ellos cada momento de esa celebración tan especial. Así, la sesión tuvo lugar en la misma sede del evento, en un entorno que no estaba pensado originalmente para eso, pero que supo brindarnos su propia magia. Fue una sesión completamente improvisada, pero llena de entrega, naturalidad y mucha conexión. Los novios colaboraron con una actitud hermosa y espontánea, y juntos logramos crear imágenes que hoy guardan el recuerdo genuino de ese instante. A veces, lo inesperado resulta ser lo más auténtico.